En un principio esta exposición debía tener un subtítulo que era algo así como “la imagen del negro en el arte de los noventas”. Prescindí del mismo pues me parecía reductor e incapaz de englobar la multiplicidad de propuestas de diverso género presentes en esta muestra. El término queloides como título me resultaba mucho más general y en alguna medida, más abarcador de lo que con este proyecto me propuse (queloide, del griego, jele, tenaza, y eidos, apariencia: tumor en la piel producido por la evolución irregular de una cicatriz).

La idea de esta exposición parte de la intención de hacer notar ciertos rasgos presentes en la obra de muchos artistas, en la mayoría de los cuales si bien el tema racial no es el centro obsesivo de sus proyectos sí de manera tangencial e incluso inmamente esta preocupación o reflexión en tomo a la raza —y todo lo que ella conlleva— podían ser palpables. Me llamaba la atención igualmente que la crítica de arte en Cuba no hubiera atendido a estos signos que comenzaron a verse de manera global a principios de la presente década —con una que otra incursión en la pasada— y que establecían de alguna manera diferencias en la forma de concebir la imagen del negro (como raza) con respecto al arte producido en la isla en decenios, e incluso, siglos anteriores. Ahora me preocupa que por la manía de etiquetar tan frecuente en nuestro medio se asuma la producción de aquellos que participan en esta muestra sólo desde esa óptica.

El siglo XIX fue pródigo en el tratamiento de esta imagen, sólo que la casi totalidad de quienes reflejaron al negro en sus obras eran artistas extranjeros fascinados por el color local y con una visión —ahora a nuestros ojos— un tanto despreciativa y humillante de dicha raza. El XX, las vanguardias sobre todo, asumió la imagen del negro —es decir, la vastedad de componentes culturales de dicha raza— enfatizando los aspectos religiosos en aras de sumar dichos componentes al complejo y variable concepto de identidad, algunos aún con ciertos rasgos de pintoresquismo. Es de hacer notar que en la etapa republicana, repleta de conflictos en el ámbito racial —la llamada Guerra de las Razas en el verano de 1912, por ejemplo—, resulte difícil hallar obras referidas a los conflictos sociales que existían en el país provocados por prejuicios raciales. Después de 1959 y hasta finales de los 80’s el tema sigue asumiéndose desde la óptica de la religión afrocubana, aun cuando los prejuicios mantuvieron su presencia a pesar del triunfo de una revolución propugnadora de la igualdad.

En la presente década varios investigadores advierten no sólo la supervivencia, sino incluso el reforzamiento de los prejuicios raciales a nivel social. Así en 1996 la Revista TEMAS (1) publica un dossier referido a diversas cuestiones de orden racial en el país (una gran parte de los artículos se refieren a la persistencia y nueva fuerza tomada por los prejuicios raciales aunque expresados estos de manera sutil).

Queloides se articula precisamente como el intento de reunir un cúmulo de discursos y reflexiones que van más allá de la visión tradicional del negro en el arte cubano, tocando aristas álgidas del tema racial y reflexionando de forma puntual sobre estos problemas dentro de la sociedad cubana actual, e incluso a nivel global. La presente exposición está precedida por dos proyectos anteriores muy cercanos en este sentido: Queloides (I Parte), curada por Alexis Esquivel y Omar Pascual Castillo, y Ni músicos ni deportistas, curada por el autor de este texto. La muestra es el resultado de una investigación (2) con el mismo título sobre dicho tema de la cual quiero traer a colación algunos puntos.

Uno de ellos es enfatizar sobre la idea de que las obras de los artistas integrantes de la exposición no se refieren únicamente a la “imagen”, ni aun a discursos estrictamente raciales en el sentido de “denuncia”. Los discursos a partir de esta década se complejizan discurriendo por canales diversos y al mismo tiempo unívocos lo cual los hace distanciarse del panfleto y de una actitud “militante” o agresiva, por una cuestionadora y reflexiva que igualmente se distancia de la simulación o la idea de recurrir al tema como estrategia de inserción en circuitos tan de moda en este fin de siglo que preponderan los discursos de los tradicionalmente relegados.

Por otra parte, la idea de agrupar a los participantes se esboza a partir de cinco puntos tópicos resultantes de la citada investigación los cuales quisiera reseñar brevemente:

1 .Autorrepresentación: Necesidad de convertirse en blanco (diana), de autorrepresentarse como entes sobre los cuales confluyen estos prejuicios, ya que si bien los conflictos raciales son un hecho psicosocial, en nuestro contexto funcionan mayoritariamente de manera personal.

2. Poder sexual como virtud (o viceversa): Una de las mas formas más frecuentes de atacar a la raza negra se ha dado mediante la utilización de pretextos (prejuicios) sexuales, asumiendo al negro como símbolo de sensualidad, paradigma de virilidad, algo que podría tomarse como virtud y que en el fondo es otra de las formas de discriminar pues se piensa en el negro como semental. El otro extremo ha sido más radical y más claro en su fobia: presentar al negro como un ser de lascivia incontenible, morboso y de apetito sexual desenfrenado.

3. Occidente, agotamiento y crítica a sus modelos: La crítica a los modelos culturales occidentales y el discurso sobre el agotamiento de sus códigos que se proponen como modelo y a partir de los cuales se prejuzga al otro. Ahora, lo simpático es que, como somos resultado de la cultura occidental, la operación utilizada es discursar con sus mismas armas subvirtiendo sus presupuestos y esgrimiendo recursos

—las relaciones transtextuales, por ejemplo— que partiendo de sus marcos referenciales ironizan sus presupuestos.

4. Historia: En este punto se comprenden al menos tres campos: la historia universal, la nacional y la historia del arte (esta última muy relacionada con el tópico anterior). Los diversos modos en que se presentan las reflexiones sobre este tópico tienen un denominador común: la necesidad de reivindicación histórica; el cuestionamiento de la Historia —sobre todo de quienes la construyen—, de su veracidad, en tanto instrumento difuminador, tamizador, alienador o ensazaldor a conveniencia de procesos, hechos colectivos, individualidades, etc.

5. Espacio: Este también tiene sus puntos de contacto con el anterior. El segmento particular que más me interesa en este sentido es el espacio social, del cual se desprenden el espacio cultural, el familiar y el laboral. Aquí aludo a la necesidad de un espacio propio, del sentido de pertenencia, de reconocerse y ser reconocido en tanto ser social con especificidades y que estas sean respetadas o al menos comprendidas y toleradas. Esta necesidad de ubicación concreta responde al hecho de que por la manera en que sistemáticamente se han enjuiciado y valorado de forma errada los patrones de la raza negra como colectividad (sistema de pensamiento, comportamiento social, forma y proyecto de vida) esta padece de manera general de una carencia de autoestima. Y es por ello que finalmente se recurre al espacio familiar buscando la comprensión. En el laboral nos topamos con el clisé o arquetipo del negro como el individuo que realiza los trabajos más duros, espacio laboral que se le asigna tradicionalmente.

Finalmente me gustaría referirme a que esta exposición no ha incluido algunos artistas que de alguna manera abordan cuestiones relacionadas con la raza negra en sus obras pues sería preciso internarse en otras zonas del asunto. Asimismo espero que en esta muestra o a partir de ella se vean reducidos los tópicos a través de los cuales me he internado en el análisis de este segmento del arte cubano, lo que demandaría y obligaría a nuevos estudios y consideraciones sobre el tema.

 

A.R.D.

Antigua Guatemala, agosto de 1999.

1 Ver: Revista TEMAS, no. 7. 1996. pp. 4-64.

2 Ni músicos ni deportistas. Ponencia presentada en noviembre del pasado año en la Primera Bienal Nacional de Teoría y Crítica de Arte Contemporáneo Cubano donde obtuvo del premio de dicho ciento (jurado integrado por Geranio Mosquera. Erena Hernandez y Oscar Morriña). No se ha incluido como texto del catálogo por su extensión y porque debe publicarse próximamente en uno de los números de la Revista ARTECUTBANO.

 

curatorial project by: Alejandro de la Fuente and Elio Rodriguez